lunes, 2 de agosto de 2010

Suciedad Rural

Imagen: Tiempo Argentino

Sandra Russo: Gula

“Los gobiernos pasan, son un mero episodio, pero la tierra permanece.” Tal el sustrato del discurso del liderazgo opositor más consolidado y visible hasta el momento. El mechón rebelde de Biolcati, que flameaba mientras al anochecer él leía su pieza oratoria y política, colaboraba en la pantalla, tan colocada en el primer plano, para ubicarlo en ese papel. Un papel, según definió, histórico: él, el más poderoso del núcleo duro opositor, viene a ser el heredero de las otras grandes luchas que libró la Sociedad Rural Argentina.

¿Qué luchas libró la Sociedad Rural Argentina? Todas y cada una, contra el pueblo. Todas y cada una, para sí. ¿Cómo llegamos a esta escena, en la que casi todos los dirigentes políticos opositores se arrastran a los pies de la gran corporación? Estaban allí, escuchando los insultos a la política. ¿Qué hacían Duhalde y Chiche escuchando que los pobres son la basura que genera la política para rejuntar votos, esa escoria que si es explotada por alguien, es por la política? Digo que es la clase política que se arrastra a los pies de la corporación, porque para alinearse ahí hace falta tragarse el sapo completo de la antipolítica. Ese sujeto histórico que dice representar Biolcati es el antipolítico por excelencia. Lo único que florece a su alrededor es servilismo y entrega.

Ese sujeto histórico embrionó en los financistas de la Campaña del Desierto. El país del que hablan no tiene pasado: lo fundaron ellos cuando les entregaron las tierras ya liberadas de indios de los que no hace ni falta acordarse, puesto que confirmó ayer, nosotros bajamos de los barcos. El embrión de ese país fue un pacto entre ricos y militares. Fue el Roca militar el primer político que aceptaron. Están acostumbrados a que les hagan esa clase de favores, y a que los pactos con los políticos sean de esa especie: con los políticos jugando para ellos y un territorio inmenso para ser sus dueños.

Los gobiernos pasan, la tierra queda. Ellos creen que son la tierra. Los dueños de las tierras se identifican con su propiedad privada, y es así en todo, claro, ellos son los que han tenido el poder durante casi toda nuestra historia. Todas las luchas populares de estos doscientos años se libraron contra los intereses que representan Biolcati y su Mesa de Enlace. El discurso de ayer lo consagra también para eso: es el que tiene la estancia más larga.

Si la política tiene sentido para millones de argentinos, ciudadanos, militantes, dirigentes, es precisamente para que gente como Biolcati tenga menos poder. Ellos no quieren ser sectores que pugnen con los otros, como en cualquier democracia. Quieren ser lo que han sido siempre, menos en los gobiernos peronistas: los que tutelan que lo mejor para todos, ese abstracto invocado por los políticos, siempre sea lo que les convenga a ellos. No quieren entrar en discusión. Desde el 2008 que se niegan a bajarse del caballo del dueño. No quieren negociar. No saben ser una parte. Siempre han hablado en nombre de la Patria, incluso cuando cobijaron a los asesinos o cuando eran amigos de Menem. Todos pasaron, la tierra queda. La tierra no son ellos, la Patria no son ellos. Tarde o temprano tendrán que darse cuenta.

Y si se preparan para una más de sus grandes luchas, Biolcati será el verdadero comandante. Tiene el carácter, la gula y el impudor que suelen enamorar a la derecha golpista argentina.

Sandra Russo
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/




José Pablo Feinmann: Duhalde en la Rural

La vida (ha escrito Héctor Tizón) no se mide en años, sino en asombros. Dios nos conserve entonces a la Sociedad Rural y al señor Biolcati. Ayer nos han entregado asombros casi como para aspirar a la inmortalidad. El señor Biolcati le ha robado el discurso a la izquierda. Esa pregunta que tanto se ha formulado en relación con el kirchnerismo (¿hay algo a su izquierda?) ha perdido vigencia. Ha sido ampliamente respondida. Su formulación ha perdido sentido. A la izquierda del kirchnerismo está la Sociedad Rural. Ni el Proyecto Sur ni el PO. Sería difícil ver a sus representantes tan preocupados, casi en estado de lamento continuo, conteniendo lágrimas de dolor e indignación, como se lo vio al veterano trosco Hugo Biolcati en el atril de la Rural. Ahí pronunció un discurso bien escrito (vaya a saber qué pluma al servicio de la patria se encargó de esa tarea, pero si la patria, que es el campo, llama, hay que acudir) pero plagado de mentiras asombrosas. Son tan intensos los asombros que esas mentiras han despertado en nosotros que –como dijimos– si la vida se mide por ellos tenemos años por delante. Sé que todos vamos a andar escribiendo de esto. Pero hay que comprender: pocas veces se ofreció a la ciudadanía un dislate tan profundo. Primero) Mayo se hizo por y para el campo. No en vano Moreno escribió la Representación de los hacendados, esa apología del librecambio para posibilitar los negocios con Inglaterra. El “otro” Moreno –el que tanto entusiasma a los nacional populares– no existe para Biolcati. Además, cada día se prueba con más certidumbre que el Plan de Operaciones es apócrifo. ¿Qué queda, entonces, de la gesta de Mayo? El librecambio con Inglaterra. Segundo) El campo fue creciendo y muy pronto se vio que era la fuente principal de recursos que tenía el país. José Hernández (no citado por Biolcati) habrá de decirlo: “Vale tanto un vellón de oveja como una máquina fabricada en Liverpool” (cito de memoria). Se llega así al glorioso Primer Centenario. ¡Que se sigue honrando en la Sociedad Rural! Eramos el “granero del mundo”. El primer país exportador de América latina. Lugones escribía su Oda a los ganados y las mieses: “Allá la vaca fértil como el campo/ su sustancia elabora/ en el músculo, en la ubre y en la pella,/ con una grave plenitud geórgica/ Si anda, parece que en su marcha pende/ el talego del rico, si reposa/ su aspecto familiar de cofre tosco/ es la seguridad del pobre./ La honda paz de los campos en su ser vegeta” (Ver: Odas seculares). Así, Biolcati fija el momento esencial de la grandeza argentina en el primer centenario. Ese centenario que fue la fiesta de ellos. La fiesta ajena. La fiesta de la oligarquía y la celebración de la inextinguible riqueza del campo, del granero del mundo. Pero luego el país empieza a extraviarse. Uno cree que Biolcati va a empezar a ladrar contra el peronismo, según es habitual. ¡Pero no! ¿Cómo va a hacerlo si ahí, a pocos metros está sentado don Eduardo Duhalde? Don Eduardo y su Chiche: ahí están. En la fiesta de la Sociedad Rural, entidad que tan bien se llevó siempre con el peronismo. (Y todavía mejor con el gaucho Menem, que les dio todo lo que le pidieron y más.)

Que esté Duhalde es serio. Que esté Macri no importa. Que esté la trajinada Mesa de Enlace tampoco. Al señor Buzzi –uno conjetura– en cualquier momento sus bases se lo comen, cansadas de ir detrás de los proyectos de los poderosos, cansadas –como dice un amigo que suele utilizar un lenguaje algo directo, que desapruebo– de ser usadas “de forros” por los grandes terratenientes. Pero está Duhalde. Sigamos –por ahora– con Biolcati. Lo que dice a continuación es tan asombroso que tal vez nos conceda la eternidad de tanto que lo es. Porque si la vida se mide en asombros, el que Biolcati nos dio cuando dijo que la culpa de la desgracia argentina la tenían los golpes de Estado que habían derrocado a gobiernos constitucionales fue la joya de la jornada. ¿En serio, señor Biolcati? ¿Fueron los golpes militares los que arruinaron la prosperidad y el crecimiento argentinos? Pero si todos esos golpes contaron no sólo con el apoyo de la Sociedad Rural, sino que algunos se planearon bajo el calor de sus lujosas residencias. Caramba, ¿hasta dónde es posible mentir? Este es un tema teórico: ¿cómo es posible mentir hasta un límite ya lindante con el delirio? ¿Cómo alguien puede decir tan abiertamente algo totalmente contrario a la facticidad de la historia, fácilmente refutable con cualquier diario de cualquier época cercana a un golpe de Estado? ¿Con qué se cuenta para algo así? ¿Con la mala memoria de la gente? ¿Con su estupidez? ¿Con sus intereses? ¿Con su mezquindad? ¿Con la certeza de que la mentira no importa en la política si sirve para acumular poder? “Mil repeticiones hacen una verdad.” “Mientan, siempre algo queda.” Es posible. ¿Pero tanto? ¿A quién le habla Biolcati? ¿A qué idiotaje insalvable cree que se dirige? Ni Morales Solá le va a creer algo así. Pero eso no importa. No tiene que creerlo. Tiene que confirmarlo. Lo que crea es secundario. Lo que importa es que hoy diga que es verdad. Dentro de todo, en algún punto hasta es tranquilizante que Biolcati afirme eso. Reniega de los golpes de Estado. Los está descartando para el presente. No olvidemos que con Grondona –en televisión– planeaban un golpe a cara descubierta y entre risitas cómplices. Estos muchachos.

Pero la cumbre de la impostura, de la impúdica patraña, llegó con la preocupación –acaso conmovedora por lo que conlleva de autocrítica, ¿o no?– por los pobres. La Sociedad Rural ha incurrido en la “opción por los pobres” tal como algunos maltratados representantes del sacerdocio católico. Biolcati habló del hambre, de la pobreza, de la exclusión. Notable: ellos fueron los que crearon el hambre durante la fiesta de los noventa. Ellos y los altos financistas y ese imperdonable Partido Justicialista y ese sindicalismo de traidores a sus bases que se hincaron ante Menem, que se vendieron, que dijeron sí a todo. Biolcati, con la convicción de un sindicalista combativo, denunció el hambre que arrasa el país. Se puso a la izquierda de todo y de todos. Quienes quieren ocupar esa franja deberán denunciar esta impostura. Hay que decirlo claro: quienes crearon a los hambrientos por su sed infinita de ganancias no tienen derecho a hablar del hambre.

Pero ahí estaba Duhalde. También Macri, pero no importa. Es un perdedor. También De Narváez, pero no importa: es un ET. Pero Duhalde sí, él importa. Es en el peronismo donde las batallas se van a librar. Nadie puede gobernar (hoy, todavía al menos) este país sin el apoyo del aparato peronista. Duhalde controla una buena parte. ¿Quién es Duhalde? Es un político que fue al acto de la Sociedad Rural. Alguien que sorprendió a todos hablando amablemente de los militares desaparecedores y pidiendo se les conceda la libertad. O que cesen los juicios. Alguien que presentó el libro de Alberto “Tata” Yofre (el último: el que festeja la represión clandestina que Perón ejerció sobre la Tendencia durante su oscuro y, en efecto, clandestino tercer gobierno). Yofre es, también, ese autor que lee Alfredo Astiz, que se presenta con su libro en las audiencias y lo pone a la vista de todos: “Señores, yo leo esto”. Acaso Duhalde lo ponga de ministro del Interior o le restituya el puesto de jefe de la SIDE que tuvo con Menem. Esto es más posible. En suma, toda la llamada “oposición” tiene su verdadera fuerza, no en los medios, no en la Sociedad Rural, no en esos patéticos políticos que ponen la cara por ella, sino en el aparatismo duhaldista, parte importante del aparatismo peronista. La otra parte del aparato la tiene Néstor Kirchner, que es un tigre para dar esas batallas. En suma, las elecciones de 2011 (al margen de las caras visibles que se presenten como “candidatos”) deberán elegir entre Kirchner o Duhalde. Biolcati y la Sociedad Rural –ayer– eligieron a Duhalde. Un peronista. El ex vicepresidente de Carlos Saúl Menem. ¿Esperarán otra fructífera década neoliberal como la que disfrutaron con el riojano en los noventa?

José Pablo Feinmann
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/





Jorge Giles: El domicilio del poder político: De la Rural a la Rosada

Todo está a la vista y a flor de piel. Por eso mismo no debería haber mucho misterio para explicar la etapa que hoy viven los argentinos. La fotografía del Grupo A de la oposición junto a los poderosos patrones de la Sociedad Rural, retratan y expresan didácticamente un modelo de país injusto, achicado, dependiente, sometido, que ya conocimos y sufrimos los argentinos.
No los une tan sólo una cuestión de coyuntura, llámese retenciones a la soja o las facultades delegadas. Están disputando el poder a la democracia, defendiendo sus intereses de clase privilegiada, obedeciendo dócilmente el mandato de Biolcati y la patronal rural.
Su patria es la renta. Sin eufemismos ni intermediarios. En la otra vereda, la Presidenta anunciando aumentos significativos para los jubilados y la Asignación Universal por Hijo y Néstor Kirchner recordando a Evita en las calles rodeado de trabajadores, jóvenes y movimientos sociales, son el rostro de una sociedad que quiere ser más igualitaria, más libre, más inclusiva, más soberana. De estas cuestiones habló el viernes pasado en un acto junto a la JP-La Cámpora y la Corriente Nacional y Popular del Frente para la Victoria, el Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli.
Arrancó los primeros aplausos cuando preguntó: “¿Se acuerdan donde quedaba el domicilio del poder político antes de Cristina y Néstor Kirchner? En la city bancaria, en el FMI, en el monopolio mediático, en la Rural”, para relatar luego que la primera consigna impartida el 25 de Mayo del 2003, a propios y extraños, fue precisamente que desde ese día en adelante, todo se decidía en la Casa Rosada.
Ahí está el hecho maldito de la democracia.
Es por eso que la oposición política se quedó sin sustancia, es decir, sin política, atravesando el peor de los últimos años para las fuerzas del pejotismo disidente, el macrismo y el Acuerdo Cívico, a punto de romperse. La ofensiva de diciembre en el Congreso y en enero pasado contra el Banco Central, fueron una tormenta de arena para el Gobierno y un espejismo para los opositores.
La ilusión de creer que una mayoría circunstancial parlamentaria les permitiría cercar al Gobierno, intimidarlo, marcarle la cancha, para ser más precisos, fue un grosero error de cálculo. Si hubiesen leído la historia, sabrían que el movimiento popular se consolidó en la resistencia, no en la comodidad del palacio. Y está claro que el proyecto gobernante viene demostrando desde su asunción en el 2003 que hace honor a esa historia y a la máxima sanmartiniana de “Morir de pie antes que vivir de rodillas”.
Así se explica que, después de interpretar los resultados electorales de junio de 2009 y analizar sus causas, aceleró y profundizó de inmediato su modelo de desarrollo con inclusión social. Nadie llamó a retirada, sino a dar batalla allí donde hay que darla, en el timón del Gobierno y en la conciencia social.
Los sectores medios deberán valorar esta circunstancia histórica para no caer en ninguna de las viejas trampas que les tendieron siempre sus enemigos. Que son los mismos de los trabajadores. “El que ríe último ríe mejor” habría que decir hoy, porque en aquella ocasión los opositores propinaban una sarta de burlas al oficialismo por su tozudez, por no aceptar los resultados, por no enfriar la economía, etc.
Quien no las tiene, no puede entender qué es eso de las convicciones políticas. Los resultados están a la vista. El otro grosero error opositor es no haber leído correctamente la movilización de masas que aconteció durante la Semana de Mayo del Bicentenario.
Nadie sale indemne de semejante demostración popular. Y los opositores creyeron que sí, que podían seguir ensayando las mismas tácticas políticas y que nada había cambiado en el país.
La reciente fotografía opositora en la Sociedad Rural no es más que la expresión decadente del conservadurismo nativo y la consecuencia final de aquellos errores estratégicos.
De ahora en más no se podrá argumentar en una presunta confusión, ningún desvarío político. Queda muy claro que los patrones rurales ofician de comité central de la oposición. Y que el Grupo A ya tiene local partidario: la Sociedad Rural.
La suma de elementos contradictorios con que se compone la realidad es la que finalmente produce estas fotografías. A un Gobierno que ocupa todo el amplio espacio del progresismo, le corresponde necesariamente una oposición que ocupe y se atrinchere en el reducto más rancio de la derecha.
El Gobierno hace de la ciencia y la innovación tecnológica su principal bandera de futuro, mientras la oposición se atrinchera en los corrales de una exposición vacuna más propia del primer centenario. La culpa la tiene la dialéctica pero por sobre todo, la historia de las luchas sociales en la Argentina. “Todo está guardado en la memoria”, como dice León Gieco.
En Chascomús, la convivencia democrática, respetuosa, civilizada de la Presidenta de los argentinos y Ricardo Alfonsín junto a las autoridades municipales provenientes del radicalismo local, provocaron la llamarada de los dragones autoritarios de la oposición.
Elisa Carrió lanzó su verba encendida contra Ricardito, contra Margarita Stolbizer, contra Binner, contra el mundo. Y recibió a su vez, para que tenga. No entienden que los proyectos posibles y duraderos en democracia, no son los proyectos mesiánicos, sino aquellos que se sostienen en sectores sociales en constante progreso.
Ahora bien, así como el modelo del Gobierno hunde sus raíces en importantes franjas de trabajadores, profesionales, estudiantes, artistas populares, está claro que la oposición naufraga sobre el vacío social.
Por eso se asientan de manera obscena, en el espacio virtual que le brindan los medios monopólicos y el que le arriendan los patrones de la Rural. No deja de ser un progreso: la democracia avanzó cualitativamente, al punto de llegar a fotografiar su propia disyuntiva.
O un modelo nacional, popular y progresista. O una oposición conservadora, arrendataria del poder económico concentrado.

Jorge Giles
jgiles@miradasalsur.com
Fuente: http://sur.elargentino.com/

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