domingo, 21 de septiembre de 2008

Gabriela Abeal: Crónicas de una mujer pequeña


Muero en ciertos momentos por impulsarme despacio hasta llegar al teléfono. Luego del cuatro noventa y cuatro y algunos números más, anhelo que sea el redoblar de tu voz la que rompa el silencio. Si sucede lo esperado cierro con llave la puerta no existe peor condena que cuando me estoy deshaciendo alguien sin previo aviso se introduzca de repente dentro del condominio.
Entonces te dejo hablar y camino por la casa como loca en cautiverio, levanto la voz a gritos porque aunque la quiera bajar sufro de ansiedad que me quita la dulzura y me convierte en la bestia. Hablamos siempre del tiempo, de Cardenal y Cortázar, del campo y la ciudad, también del desabastecimiento.
Los segundos se apuran y los minutos apremian, entonces hay que cortar de vocablos no se vive. Sin tiempo a poder pensar regreso a mi monasterio a flagelarme las ganas a censurar el deseo.


(Gabriela Abeal, de Crónicas de una mujer pequeña)
María Gabriela Abeal
mgabi7@hotmail.com

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