martes, 26 de febrero de 2008

Relatos de viaje: Ulrico Schmidl y la primera cronica porteña


Buenos Aires, hora cero

En 1535, Ulrico Schmidl se enroló en la expedición de Pedro de Mendoza que resultaría en la primera fundación de Buenos Aires. Luego de veinte años recorriendo “el Paraíso de las selvas del Paraguay y el Chaco”, este arcabucero alemán publicó una crónica de aventuras ya legendaria, la primera escrita sobre esa Buenos Aires fallida cuyos restos nunca se pudieron encontrar.




Por Ulrico Schmidl
En que se trata de la ruta y viaje que yo, Ulrico Schmidl, de Straubing, hice en el año 1534, A.D., partiendo el 2 de agosto de Amberes, arribando per mare a España y más tarde a Las Indias, todo por la voluntad de Dios Todopoderoso. También de lo que ha ocurrido y sucedido, a mí y a mis compañeros, como se cuenta más adelante.

Primeramente habréis de saber que desde Amberes hasta España tardé catorce días, llegando a una ciudad que se llama Cádiz. Desde Amberes hasta dicha ciudad de Cádiz, se calcula que hay cuatrocientas leguas por mar. Cerca de esta ciudad había catorce buques grandes, bien pertrechados con toda la munición y bastimentos necesarios, que estaban por navegar hacia el Río de la Plata en Las Indias. También se hallaban allí dos mil quinientos españoles y ciento cincuenta entre alto-alemanes, neerlandeses y austríacos o sajones y nuestro supremo capitán, de alemanes y españoles, se llamaba don Pedro Mendoza.

Así partimos de Sevilla en el año 1534 en catorce buques con el dicho señor y capitán general don Pedro Mendoza. El día de San Bartolomé llegamos a una ciudad en España que se llama San Lúcar, a veinte leguas de Sevilla. Allí hemos quedado anclados, a causa de la fuerza del viento, hasta el primer día de septiembre de dicho año.

VI Desde allí zarpamos al Río de la Plata y después de navegar quinientas leguas, llegamos a un río dulce que se llama Paraná Guazú y tiene una anchura de cuarenta y dos leguas en su desembocadura al mar. Allí dimos en un puerto que se llama San Gabriel, donde anclaron nuestros catorce buques y de inmediato nuestro capitán general don Pedro Mendoza ordenó y dispuso que los marineros condujesen la gente a la orilla en los botes, pues los buques grandes solamente podían llegar a una distancia de un tiro de arcabuz de la tierra; para eso se tienen los barquitos que se llaman bateles o botes.

Desembarcamos en el Río de la Plata el día de los Santos Reyes Magos en 1535. Allí encontramos un pueblo de indios llamados Charrúas, que eran como dos mil hombres adultos; no tenían para comer sino carne y pescado. Estos abandonaron el lugar y huyeron con sus mujeres e hijos, de modo que no pudimos hallarlos. Estos indios andan en cueros, pero las mujeres se tapan las vergüenzas con un pequeño trapo de algodón, que les cubre del ombligo a las rodillas. Entonces don Pedro Mendoza ordenó a sus capitanes que reembarcaran a la gente en los buques y se la pusiera al otro lado del río Paraná, que en ese lugar no tiene más de ocho leguas de ancho.

VII Allí levantamos una ciudad que se llamó Buenos Aires: esto quiere decir buen viento. También traíamos de España, sobre nuestros buques, setenta y dos caballos y yeguas, que así llegaron a dicha ciudad de Buenos Aires. Allí, sobre esa tierra, hemos encontrado unos indios que se llaman Querandís, unos tres mil hombres con sus mujeres e hijos; y nos trajeron pescados y carne para que comiéramos. También estas mujeres llevan un pequeño paño de algodón cubriendo sus vergüenzas. Estos Querandís no tienen paradero propio en el país sino que vagan por la comarca, al igual que hacen los gitanos en nuestro país. Cuando estos indios Querandís van tierra adentro, durante el verano, sucede que muchas veces encuentran seco el país en treinta leguas a la redonda y no encuentran agua alguna para beber; y cuando cogen a flechazos un venado u otro animal salvaje, juntan la sangre y se la beben. También en algunos casos buscan una raíz que llaman cardo, y entonces la comen por la sed.

Cuando los dichos Querandís están por morirse de sed y no encuentran agua en el lugar, sólo entonces beben esa sangre. Si acaso alguien piensa que la beben diariamente, se equivoca: esto no lo hacen y así lo dejo dicho en forma clara.

Los susodichos Querandís nos trajeron alimentos diariamente a nuestro campamento, durante catorce días, y compartieron con nosotros su escasez en pescado y carne, y solamente un día dejaron de venir. Entonces nuestro capitán don Pedro Mendoza envió enseguida un alcalde de nombre Juan Pavón, y con él dos soldados, al lugar donde estaban los indios, que quedaba a unas cuatro leguas de nuestro campamento. Cuando llegaron donde aquellos estaban, el alcalde y los soldados se condujeron de tal modo que los indios los molieron a palos y después los dejaron volver a nuestro campamento. Cuando dicho alcalde volvió a campamento, tanto dijo y tanto hizo, que el capitán don Pedro Mendoza envió a su hermano carnal don Jorge Mendoza con trescientos lansquenetes y treinta jinetes bien pertrechados; yo estuve en ese asunto. Dispuso y mandó nuestro capitán general don Pedro Mendoza que su hermano don Diego Mendoza, juntamente con nosotros, matara, destruyera y cautivara a los nombrados Querandís, ocupando el lugar donde éstos estaban. Cuando allí llegamos, los indios eran unos cuatro mil, pues habían convocado a sus amigos. Y cuando quisimos atacarlos, se defendieron de tal manera que nos dieron bastante que hacer; mataron a nuestro capitán don Diego Mendoza y a seis caballeros; también mataron a flechazos alrededor de veinte soldados de infantería. Pero del lado de los indios murieron como mil hombres, más bien más que menos. Los indios se defendieron muy valientemente contra nosotros, como bien lo experimentamos en propia carne.

Dichos Querandís usan, como armas, arcos y flechas; éstas son como medias lanzas, que en la punta delantera tienen un filo de pedernal. También usan una bola de piedra, sujeta a un largo cordel, como las plomadas que usamos en Alemania. Arrojan esta bola alrededor de las patas de un caballo o de un venado, de tal modo que éste debe caer; con esa bola he visto dar muerte a nuestro referido capitán y a los hidalgos: lo he visto con mis propios ojos. A los de a pie los mataron con los aludidos dardos.

Allí se levantó una ciudad con una casa fuerte para nuestro capitán don Pedro Mendoza, y un muro de tierra en torno a la ciudad, de una altura como la que puede alcanzar un hombre con una espada en la mano. Este muro era de tres pies de ancho y lo que hoy se levantaba, mañana se venía de nuevo al suelo; además la gente no tenía qué comer y se moría de hambre y padecía gran escasez, al extremo que los caballos no podían utilizarse.

Fue tal la pena y el desastre del hambre que no bastaron ni ratas ni ratones, víboras ni otras sabandijas; hasta los zapatos y cueros, todo tuvo que ser comido. Sucedió que tres españoles robaron un caballo y se lo comieron a escondidas; y así que esto se supo, se les prendió y se les dio tormento para que confesaran. Entonces se pronunció la sentencia de que se ajusticiara a los tres españoles y se los colgara de una horca. Así se cumplió y se les ahorcó. Ni bien se los había ajusticiado, y se hizo la noche y cada uno se fue a su casa, algunos otros españoles cortaron los muslos y otros pedazos del cuerpo de los ahorcados, se los llevaron a sus casas y allí los comieron. También ocurrió entonces que un español se comió a su propio hermano que había muerto. Esto sucedió en el año 1535, en el día de Corpus Christi, en la referida ciudad de Buenos Aires.

Después de esto, quedamos todos juntos en Buenos Aires durante un mes, con gran penuria y escasez, hasta que estuvieron aprestados los buques. En este tiempo los indios asaltaron nuestra ciudad de Buenos Aires con gran poder y fuerza. Eran como veintitrés mil hombres, y pertenecían a cuatro nacionales, una llamada Querandís, otra Guaranís, la tercera Charrúas, la cuarta Chana-Timbús. Tenían la intención de matarnos a todos, pero Dios Todopoderoso no les concedió tanta gracia, aunque consiguieron quemar nuestras casas, pues estaban techadas con paja; excepto la casa del capitán general, que estaba cubierta con tejas. De cómo quemaron nuestra población y casas, quiero contarlo con brevedad para que se comprenda. Mientras parte de los indios marchaban al asalto, otros tiraban sobre las casas con flechas encendidas, para que no tuviéramos el tiempo de atender a ambos y salvar nuestras casas. Las flechas que disparaban estaban hechas de cañas y ellos las encendían en la punta. También hacen flechas de otro palo que, si se la enciende, arde y no se apaga y donde cae, allí comienza a arder. En el encuentro perecieron cerca de treinta hombres de entre nosotros los cristianos, entre capitanes y gente de tropa. ¡Dios sea con ellos clemente y misericordioso, así como con nosotros todos! Amén.

Viaje al Río de la Plata
Visor EASA, Buenos Aires, 1995
Fuente: Suplemento Turismo Diario "Página/12" -17/02/2008
http://www.pagina12.com.ar/

Alicia Márquez: Pretextos


Pretextos


Son siete mujeres que, a las siete en punto

se sientan junto al caldero

y desnudan el alma,

se sacan el corazón y

echan en el fuego

las miserias diarias.

Y cuentan historias

azules, lejanas,

revuelven sentimientos,

rescatan dolores,

memorias, brillos,

espejos, y entre todas, cantan.


Cantan con sus voces distintas,

enhebran palabras,

se emocionan, lloran y siguen cantando,

convocan espíritus de palabras mansas,

de palabras duras, de palabras ásperas,

agudas, esdrújulas, graves de nostalgia.


Con las palabras construyen puentes

de amor,

de perdón,

de risa,

de venganza,

de olvido.


Las manos vuelan y acarician

el aire

mientras las palabras siguen rodando frente al caldero

que hierve enloquecido de tanto poema

exaltado, de tanta prosa esperanzada.


Después se miran,

y convocadas por un extraño hechizo,

vuelan hacia sus sueños,

para seguir buscando palabras,

para seguir escarbando sentimientos,

para recordar lo olvidado,

para olvidar lo que no necesitan,

para seguir viviendo.

Alicia Márquez
(La presente poesía forma parte de la antología "Ronda de Pretextos", que presenta obras del Grupo "Pretextos", al cual la autora integra, y que fuera presentado en 2007 en Buenos Aires)

Rolando Revagliatti: Inéditos


CUANDO YO, TODAVÍA

Cuando yo, todavía, no era tan
repugnante como ahora
y
poderoso

se me acercaron ustedes
los que no estaban avisados
y les colapsé
la condición de esperanzados
colaboradores

Vamos, embóquenle al goce
que les proporciona
mi desprecio.


TÓPASE

Hace tope tu
virilidad
latente
(ya me dirás cómo
procederemos)
con mi manifiesta
femineidad

Mi femineidad
me manifiesta
Tu virilidad
te late

Hace tope tu.


Rolando Revagliatti
http://www.elortiba.org/
http://www.revagliatti.com.ar/

Mirta Liliana Urdiroz: Poesía Azul



El azul de tu mirada

es trillado

El azul de tu cuerpo

huele a muerte

El azul del mar

empalaga las poesías

irrita y aburre

El azul de la nada

es nada

nada entre azules

y serás un azulino inventado

por mis palabras

apestadas de azul




Mirta Liliana Urdiroz
Todos los derechos reservados
mirtaurdiroz@yahoo.com.ar

Alicia Perrig: Poemas


SITUACIÓN INCÓMODA



Tarde de abril a destiempo

oro y sudor


el cajero me demora

mi reloj apura iras

retumba la succión


ella

camina sus cayos

una lágrima vieja en las pestañas

y una bolsa de hilachas por colchón


se dibuja una ojiva en el pecho

hambre y dolor


mascullo mis apuros yo también tengo pesares



la tropiezo

y me voy.




ABANDONADOS

Condenados
a padecer el castigo

de la mujer de Lot


pena agravada


ya nadie se

convierte

en estatua de sal.





FUEGO



Desde el norte

se enlutó la mañana


los cerrojos no pudieron

con la avalancha de muerte


por toda la casa gemían nervaduras

cayeron cortezas como hilachas de espuma

una niebla de anillos anudaba las gargantas



en el rincón de las muñecas

donde tantas veces

las niñas

jugaron a la vida

agonizaban trinos.




SIN QUE CANTARA EL GALLO



Si me miraras

verías que llevo la reliquia de tus manos


si me escucharas

podríamos hacer que el tiempo y la distancia

sean solo pecados de la dicha


te prometo que el intento

será más que aventura y osadía




y me negó por tercera vez.




DESNUDA



Ahora sí

les devuelvo sus harapos


ya no llevo la cuerda de sus nombres

anudada en la memoria.



Alicia Perrig
ryaperrig@yahoo.com.ar

Fidel


La importancia de llamarse Fidel
Por Antonio Salvador

Dirán exactamente de Fidel
gran conductor el que incendió la historia etcétera
pero el pueblo lo llama el Caballo y es cierto
Fidel montó sobre Fidel un día
se lanzó de cabeza contra el dolor contra la muerte
pero más todavía contra el polvo del alma.
Juan Gelman


Ayer eras el centro de la atención mediática internacional. Amigos y enemigos no paraban de hablar de tu última decisión. Los informativos y las ediciones digitales de los diarios repasaban tu vida, como si hubieras muerto. Por mucho que les pese, sigues vivo.

Cuba, tu Cuba, nuestra Cuba, les duele. Todavía no han olvidado la derrota en Playa Girón/Bahía de los Cochinos. No logran entender el porqué de la supervivencia de la Revolución tras la implosión soviética. Llevan cinco décadas intentando matarte, están desesperados porque saben que tu obra, la obra de todo el pueblo cubano, te sobrevivirá.

El imperialismo está al acecho, preparándolo todo para desembarcar en el Malecón tras tu partida. ¡Que se atrevan!, se encontraran con la resistencia feroz de millones de personas, cada uno su propio Comandante en Jefe, como señalaste en aquella ocasión. Si esa hecatombe ocurriera ten por seguro que el mundo no se quedará quieto, recibiréis la misma solidaridad que tanto prodigáis.

Eres un hombre, compañero Fidel, un simple y mortal ser humano. Lleno de contradicciones, imperfecto, propenso a cometer errores, tan frágil y tan fuerte como cualquiera de nosotros. Nunca pretendiste ser un Dios, siempre has combatido el culto a la personalidad, manzana podrida que infectó el cesto del socialismo real. Pero, entiéndeme, he crecido con tu ejemplo, eres un arquetipo para mí y para varias generaciones de comunistas, querido Fidel.

Adelante, cubanos. Revolución en la Revolución. Parece que ha llegado el momento de corregir y de enderezar vuestro modelo, desoyendo los cantos de sirena del neoliberalismo, inspirados en el marxismo-martiano, piedra angular del socialismo isleño. Casi finiquitado el período especial, están las venas abiertas de América Latina supurando alternativas a la barbarie existente, fijas las miradas en la mayor de las Antillas.

Libre ya del cargo presidencial, guardado el uniforme verde olivo, testigo de excepción del demacrado Siglo XX, tus reflexiones nos ayudan a comprender un poquito mejor este puñetero circo global. Caballo, viejo y cansado, Caballo nuestro, hasta la victoria siempre Comandante de la esperanza y de los amplios horizontes.

http://socialismoeslibertad.blogspot.com/
http://www.kaosenlared.info/noticia/importancia-de-llamarse-fidel



Cristina Villanueva: Aquí se queda la clara...

Hay algo que me pasa cuando veo a los gusanos de Miami festejando muertes
por anticipado, la de Fidel que va a llegar (sólo la del cuerpo y no la de
las ideas) y la de la Rev que espero no llegue, siento un volcán en mi, con
fuegos naturales de una belleza deslumbrante. Me gusta que después de haber
vivido tanto, y con tantas decepciones, en este mundo de malos contra malos,
haya una causa para defender. Me alegra seguir sintiendo lo mismo que esa mi
primera manifestación (a los 15 años) en defensa de Cuba. Enfrenté a uno de
los policías que venían a atacarnos y les dije porqué si acusaban a Cuba de
falta de libertad, no nos dejaban ser libres para amarla, me salvé a lo mejor
por lo insólito de mi postura
Estuve cuatro veces en la isla y la recomiendo para los amantes de la
seguridad, se siente que el hombre puede ser amigo del hombre,las casas y la
gente abiertas. La gente generosa,dando lo que tienen e inventando lo que no
tienen para dar.
No hablo de perfección que sabemos que no existe, pero hay algo que no se ve
en ninguna otra parte (al menos que yo conozca), es la dignidad. Son dignos,
las mujeres, los hombres, los niños, los ancianos, los negros, los blancos, los
enfermos mentales, todos son tratados como seres humanos merecedores de
cariño y sobre todo de respeto. Esa es, a lo mejor, la causa de que Cuba
sea una sociedad sin violencia..
Recuerdo la foto de la soldado norteamericana llevando, como si fuera un
perrito, a un irakí prisonero, a un niño revolviendo la basura, al Borda con
su olor impregnado de años de exclusión social, al racismo, a los muros, a los
campos de concentración, a los hombres que matan o denigran a sus mujeres,
por amor al poder, a las clases sociales que no soportan y odian a los
gobiernos que, aún sin haberles quitado nada, han dicho que todas las
personas son merecedoras de lo mismo. A jóvenes que usan sus coches como
armas, matando. A jóvenes tirando en escuelas y universidades, asesinando a
compañeros y profesores. A indígenas privados de identidad y con su cultura
despreciada. Al hambre, a la caridad humillante del "te doy sobras", o "te doy
porque soy más". La lista sería inteminable y eso es lo que no hay en Cuba.
No hay denigración, no hay un otro denigrado.
Quiero, en este salvaje mundo, lo quiero y necesito, que se conserve ese
lugar. Aunque sea uno sólo, quiero ese lugar donde la Rev sembró que todos
valen, y que el valor no depende ni de la plata que tengan, ni del país del
que vengan, ni de la religión que profesen, ni del color de la piel, ni del
sexo, ni de la edad. Lo quiero como una ecología del alma, esa pequeña luz de
cosas simples, como que nadie muera ni viva en la calle. Sencillas pero
rarísimas. Habitante de un país donde se robaron niños como cosas, habitante
de un mundo donde se saquea mata y humilla a poblaciones enteras para
sacarles los recursos o la tierra, habitante de una ciudad donde se le sacó
a los cartoneros, en tren de desalojo, el cartón con el que un padre
pensaba, al venderlo, festejar el cumpleaños de si hijo. Habitante del
continente de la desigualdad y la exclusión. Quiero a mi pequena isla bravía
que no se doblegó al poder del vecino que no pudo ser su amo. Deberá seguir
sin transitar a todas estas formas de violencia, para mostrarnos que la
solidaridad y lo digno no son unas cualidades extinguidas, como tantas otras
cosas que el capitalismo salvaje destruyó.

Cristina Villanueva -Argentina -Buenos Aires
libera@arnet.com.ar



Escribe Nuria Barbosa León:

Soy cubana y agradezco todas las muestras de cariño expresadas por el mensaje de Fidel. Sepan que los cubanos estamos en calma y sin preocupaciones. Tenemos garantizada la vida y eso no va a cambiar. Los dirigentes de nuestro país están preparados para continuar la obra de la Revolución y nosotros tenemos confianza de que el socialismo cubano perdurará por siempre.
Saludos desde la Isla de Todos.

Nuria Barbosa León
Periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba

Juan Ricardo Sagardía: Poemas



SÉPTIMO HIJO

En el romper del día
luz de luna
mis ternuras se acrecientan
en volcánico fuego,
el alma de mi aura
oscurece de poco a mucho.

Mi piel recorre el bosque
buscando el sabor de tu brisa
alteraciones en mi alma
se hacen evidentes.

Transfigurando.
Trasmutando.
Transformando.

Este ángel diurno
en un animal
que sale a cazarte
por las noches.


AUTISTA

Me decían pobrecito
por que sonreía todo el tiempo
y me bastaba yo
para jugar y divertirme
con mis imágenes.

Ellos andan con el seño fruncido
de tanta tristeza o dolor,
no se conforma con lo que tienen

¿Quienes son los pobrecitos?
yo autista, ellos sin autos,
¿Quién sufre más?




TRISTEZA

Melancólico sueño
apagado canto
con pena de plañideras
que aumenta en la soledad
encolumna la esencia en el luto
delito del fuego
que quemó mi esperanza
y la bruma va penetrando
sin clemencia
no se suspende en absoluto.

Espero el basta de mi tiempo.

Juan Ricardo Sagardía
SANTOAMOR
santoamor2005@yahoo.com.ar

Taxistas al acecho


Por Manuela Fingueret
En todos los países del mundo nos dicen que los taxistas son un pueblo parte. En el nuestro también. Y habla quien los consume desde hace cuarenta años.
Excepto en la época de la crisis en la que de pronto me topaba con alguien que además de Radio 10 tenía puesta música clásica, FM Tango o la Rock & Pop, todo ha vuelto a la normalidad. Quiere decir que debo soportar que traten de formularme presguntas que no me interesan, que el sonido del micrófono de la base me triture los tímpanos, que me harten con chamamés y chacareras de una radio a la que debieran darle el título de folkloricida. Siempre espero encontrar a alguien calladito y respetuosso para que pueda pensar en silencio o simplemente gozar del viaje por las callecitas de mi ciudad. Pero es casi imposible. Opté entonces, desde hace un tiempo, por no contestar o responder con monosílabos cada vez que dan alguna opción o intentan entablar un diálogo. Pero no se dan por vencidos. Los taxistas, además, son obstinados como los peluqueros o los dentistas y necesitan hablar de cualquier cosa, aunque más no sea para escucharse que aún existen en este caso, dentro de un tránsito que los devora.
Me han querido vender desde religiones, artesanías hachas por la mujer y animalitos escondidos debajo del asiento, hasta mantelitos bordados y muñequitos fabricados con miga de pan. En fin, changuitas que le dicen para ganarse unos pesos, pero que no forman parte de un viaje público relajado. también he soportado los comentarios más soeces, inapropiados o fascistas que una se puede imaginar. En esos casos, soy terminante: pido que pare, pago y desciendo sin ninguna explicación, aunque detrás hay una voz que me insulte porque es evidente que se sienten con derecho adquirido a decir lo que se les antoja. Y para esto, no hay puntaje que quite el registro de la impunidad.

Manuela Fingueret
Escritora
Fuente: Revista "Caras y Caretas", Buenos Aires, Argentina, Enero de 2008.

Juan Arabia: Tres piezas


Elegía


Eres los otros, y ya nadie te escucha.

Y sólo eres canción, algunas palabras, elegía.

La tarde es la tarde, y Borges es Whitman.

Ya no estás entre mis páginas

y te escucho solo en los sueños; esa esperanza que no existe.

Allí eras quien conocía,

Allí eres, mientras dormías.

No siento tu ausencia: todo lo fuiste.






Eidos



Temí pensar que eras tú y no un lugar, el motivo de mi alegría.

Regresé temblando, como un niño perdido,

Recorriendo los desolados rincones,

Y contemplando la infinita y geométrica parra.

El aire era tan distinto a todo lo demás,

como cuando estabas conmigo.

Las calles, tierra mojada hacia el atardecer,

Me llevaban hacia los mismos y maravillosos lugares:

El tranquilo y solitario cementerio,

el silencio irrepetible del silencio,

El efímero entusiasmo de saber que no nos cruzaremos con nadie.

Yo quería vivir allí, por siempre,

En ese mismo momento, y bajo esas precarias circunstancias.

(Tú preferías volver, hacia el gris y sórdido detalle).

Aquí, las horas desaparecen:

Mientras somos, estamos siendo también el mayor de los enigmas.

Un lugar perdido y desconocido por todos me delata.






San Francisco


El joven viste el desnudo,

Sobre la más fría eventualidad de la naturaleza.

Se encuentra solo y sin destino,

Pero es más valiente aún que los seis demonios juntos.

Olvida su pena, mejor dicho, la desconoce;

Y no pudiendo más que sufrir canta,

en el lenguaje de los trovadores.

Silvestre misionero,

En las calles profesó su doctrina.

Como Cristo, y como el poeta,

Lleva en ese largo camino su cruz a cuestas.



Juan Arabia
Director de la Revista Literaria Megafón
juanarabia@hotmail.com

Fernando Rosales: La pared como superficie lunar


La pared sostiene y rechaza,

como fiel espejo,

la fuerza sonriente del lunático;

que, mientras agazapado, se columpia, en el centro de la telaraña

dándole tiempo al tiempo, a su juicio divino,

que logró sobornar;

con la gaita y su lengüeta larga

a esa mosca divina,

cocida a baño Maria.


En esa pared tal alguna hubo vez mar, lento destila cal…


Eso que siempre falta ¿Dónde está?


El poeta apuntala, desde dentro, con fuerza y silencio,

el primer eslabón de la cadena palabra,

lanzadla, danzarla, sentirla sin fin… sin descanso sorbe lucidez,

abrochado cinturón, circulo racional de la razón,

envolvente energía sinestesia luz clara, …

como esta sonando, como resta importancia,

importando amnesia, y sensaciones vagas

estrangula la imaginación… trascendiendo su vida real a la ficción de pisar la tierra

de la luna.

Dejando caer flores rotas sobre la filosa elipse del horizonte espumado

generando, cobarde, una guerra sin enemigos.


Poetastro, la vanidad alimenta el ego de su cárcel,

y sus delirios de grandeza

que piden llegar a lo más alto del coluro,

eres único,

de vientre dorado y sangre azul… en tu pedestal nimio.


Todo el emporio para usted, señor poetastro,

llénese el buche de manjares y uvas, y diálogos de caballero pardo

presume su sabiduría cual oro bruto;

no deje de soñar al emporio, siéntase en el,

y hágase un favor,

si algún día, por esas casualidades, usted cae

y ve que la luna no existe,

no se decepcione, intente inventarla,

y aún así le queda su sueño, único, por cierto,

no se preocupe,

usted sabe, poetastro, usted sabe,

que nunca se piso la luna,

no molesta, pero no lo haga,

poetastro, construya su propia choza,

procure que quepamos todos,

y siga intentándolo…

lo bueno viene de lo malo, lo malo viene de lo bueno…

el fin no justifica los medios.


Una hierba de cinco estribos deambula sonámbula las noches lejanas en puntas de puertos de velas sin carabelas y candelabros sin caireles.

Manos mirándose más en plenilunio, luna llena, goce hondo, seca pena, llora risas,

se recuesta la suya en mi boca y besos le creo grandes, que no dicen nada, todo, mucho…


Piel color corteza se alimenta simbiótica alimentase corteza color piel,

Apareamiento de letras, de su libido fluye una lengua del vientre donde una vez Eros.


Silencio Pizarnik silencio Cortázar

Huidobro, Martí, silencio Beckett,

Silencio poetas, anti poetas,

Silencio marginados,

revolvedores de letras huecas,

leamos, útil elite no nada, no sirve para nadar en aguas puras,

Silencio guerrilleros versificados

Nocturnal dijo el niño… nocturnal,

Dándole al espejo otra mirada a la noche, desde que la noche parió sus Ojos de Poeta,

despertando el brillo de sus pétalos amarillos en flor, verde sosegad vegetan

los poetas de lenguas intrincadas y de sobras de soberbia.


Me ganas de jazz me ganas fumar,

Me ganas actuar ó algún café con coñac;

saborear tus manos, lejos de letras desalineadas: lamiendo las media lunas del espacio, los anillos del plantón,

descubrir donde está el lugar g, ese sentir esencial donde casi nadie sabe llegar,

fusión de océanos…

Revolcar mi alegría en gimas, gemas en tus poros la pradera son,

Absorber y hundirme en tus muslos sinceros,

Llenando todos los lugares desolados existentes,

En fin… deberé conformarme,

Con el jazz, fumar, o llorar por mi boca espuma y comer piedras,

O pensar que lo negativo no tiene sentido…

O que todos los poetas, podríamos hacer una gran poesía…

Si se dejaran de lado las cuestiones formales,

Todas las vidas tienen nombre,

Y todos los sabemos,

Y todos somos más…

Si tiramos para el mismo lado,

Pero claro, el poeta o el poetastro,

son solo nombres, motes, rótulos...

que hablan solamente de subjetividades,

la poesía no existe…

existen los hombres,

no hay poeta sin hombre

y hay hombres, del mañana, imprescindibles,

y más allá de la retórica poética…

lisa y llanamente

el puterío para las putas.

Fernando Rosales
elsoldespierta@hotmail.com

Juan Gelman: Mundar


Baires

la barriada/al crepúsculo/finge
recuerdos que
se detienen en un momento de oro/
tengo que fue en los pies de la
muchacha más linda del salón/
la de pechos que hablaban/parecía
la muerte/que nunca iba a llegar/
sueños/granos de polvo/
en perdederas del adiós/crepúsculo/
roto ahora en la boca
de la ciudad que existe/
en una caricia vieja/


El estornino

averaver/locura/cámbiese
en estornino de verano/hay/
desiertos que preguntan cómo
la suerte huye del humano.
Bajo el puente de piedra/
cómplices sin querer
hierven en sangre cada día/escriben ay en la libreta
de la frente de adentro/se arrancan
fiebres en un rincón.
Estornino de cielo hinchado
por sisimulos/
furias que no se van/
caballo fijo/
en una pampa ciega.


Lecturas

La niña lee
el alfabeto de los árboles
y se vuelve ave clara. Cuánta
paciencia ha de tener en aulas
donde le enseñan a no ser.
El temblor atascado
en su garganta es mudo.
También es mundo que acosan los que saben. Así aprende
a montar monstruos de ojos pérfidos
y cuando vuelve a la que fue
ve el tiempo lastimado.


Problemas

En mí ordeno tu amor,
acosado de sueños sueño
en limpideces que un fantasma ensucia.
¿Tendrá la lámpara más luz y cuándo
los recados del mundo
no serán yo? Quietísimas
las aves del consuelo, aquí no vuelan.
En su sombra
alguna vez viví. El disfraz
de árbol del árbol no
está libre
de las molestias del pasado.
La vida invluntaria alza
su animalejo trunco.



La foto

A las cuatro de la tarde de marzo
en una vieja foto
las rosas se volvieron a abrir.
La vida no apagó
su aroma ni
la brisa que pasaba lenta
con fechas del paisaje. Una
muñeca es todavía en
la manita que toca el universo.
tibia. Alrededor
se ve un vuelo de pájaros idos.
Al fondo,
el ser que es haber sido lee
lo que el tiempo escribió.

A Paola


Juan Gelman
(De "Mundar", Ciudad de México/2004-2007,
1ª ed.-Buenos Aires: Seix Barral, setiembre de 2007
http://www.editorialplaneta.com.ar/ )

domingo, 17 de febrero de 2008

Osvaldo Bayer: Entre esperanzas y violencias


Por Osvaldo Bayer
desde Bonn, Alemania

Por fin –y seamos optimistas pese a todas las derrotas– se está tomando conciencia de que las armas no solucionan nada. Aquí, en Alemania, ha provocado optimismo, aplauso y seguridad como nación la actitud del gobierno alemán de responderle con un no rotundo a Bush, por la exigencia de Estados Unidos dentro de la NATO, de más tropas germanas en Afganistán para enviarlas a la zona más peligrosa, donde luchan los talibán. Desde la primera ministra Merkel hasta su ministro de Defensa le han contestado en el mismo tono alzado que usó oficialmente Estados Unidos. No señor, Alemania no va a aumentar sus tropas ni va a abandonar su zona norte ni marchar al sur afgano como exige Estados Unidos.
Este episodio me hizo acordar a uno de los días más luminosos de mi vida: cuando salimos todos a la calle, en Alemania, con carteles en los que figuraba la palabra PAZ. La palabra clave, la palabra más significativa y más digna. Fue para oponernos a la participación de Alemania en la guerra de Irak. Y Alemania no participó.
Alemania se cubrió de Paz, pese a su historia. Fue emocionante ver a esos miles de jóvenes alemanes, con la paz en los ojos y en las sonrisas, nietos y bisnietos de aquellos miles y miles y miles de jóvenes que cayeron en la guerra pasada. Sí, ver esa fantasía real llenó de optimismo a los que creen todavía en la racionalidad y en los sentimientos nobles.
Fantasías reales, como esto increíble que estamos viendo: Obama, el negro nieto de africanos, está a un paso de vencer en las internas demócratas para postularse a presidente de Estados Unidos. ¿Cómo? ¿Un negro puede llegar a presidente en el país más racista del mundo? Sí. No todos piensan que las cosas se arreglan con más policía. O más bombas atómicas. Sino así: promoviendo la no violencia y la antiviolencia. Nada menos que un descendiente de esos pueblos africanos que fueron explotados hasta el hartazgo por el blanco, a latigazos y cadenas, ahora puede tener la posibilidad de gobernar a esos blancos, nada menos.
Esto representaría un salto en la ética de la humanidad. Por eso sería muy generoso de Hillary Clinton que renunciara ya a su candidatura y apoyara con toda fuerza a Obama. Ese gesto le valdría en el futuro ser elegida también ella. La grandeza siempre recibe su premio. Dar la mano y ayudar a subir la escalera del triunfo a quienes siempre estuvieron en el último peldaño. (Y esto serviría además para obligar moralmente a Obama a cumplir con lo que se espera de él, que de la agresión entre los pueblos pase a la solidaridad nacional y a la solidaridad entre los pueblos.)
Pero vayamos a lo nuestro. El martes pasado, uno de los diarios más leídos en Alemania, Frankfurter Rundschau, publicó una nota, de página entera, de Wolfgang Kunath, titulada “El éxtasis de los pobres”. Sí, habla de nuestras villas miseria. Las villas miseria argentinas. Las fotos que trae son nuestra realidad: niños revolviendo la basura, y vista de una villa, de esas que vemos hasta en la propia capital, o ciudad autónoma como se la llama ahora. Buenos Aires. No para todos.
Pero la nota no nos habla sólo de la miseria sino también del “paco”, palabra porteña que vale para la abreviatura de “pasta base” mezclada con “cocaína”. Pa-co. La dosis vale entre dos y tres pesos. Paco es la droga de los pobres, la califica el cronista. Les sirve a los pobres para olvidar y vivir mejor en el éxtasis, en los sueños, en el olvido por varias horas. Y el autor añade que la Argentina está atrasada por lo menos veinte años para enfrentar este problema bien dramático, principalmente en la prevención y en la terapia de los adictos.
Para salir de la realidad, el paco. El periodista alemán deja una esperanza. Informa que se ha conformado el grupo “Madres contra el paco”, en las villas. Las madres, siempre.
Nos preguntamos después de sentirnos desnudos ante la opinión extranjera: ¿y qué hemos hecho los argentinos para terminar para siempre en nuestras ciudades con las villas? Y aquí debemos decirlo nuevamente: las únicas que se han empeñado en esto y se empeñan son las Madres de Plaza de Mayo. Las madres de los desaparecidos. Toda esa parte de la juventud desapareció, pero las villas quedaron. Videla, Massera, Agosti, Viola, Galtieri, Bignone. Y los de antes y los de después.
Pero ya las villas habían comenzado a crecer como hongos hace más de siete décadas. Se las llamaba y todavía hoy “villas de emergencia”, cuando resultaron ser villas miseria, tal cual las llama el pueblo. Su nombre auténtico y veraz. Las villas miseria argentinas. Argentina, Argentina.
Cuando era un chico, mi padre me llevó a ver a “los desocupados de Puerto Nuevo” como se los llamaba. Eran los fines de los treinta. Allí estaban centenas de hombres sin trabajo. Cada uno de ellos se había construido una choza de madera y ofrecía en venta artesanías. Luego, ese ejemplo fue creciendo y más tarde se formaron las villas de la miseria y la humillación absoluta.
Han pasado siete décadas. Y son cada vez más grandes. Pero, claro, no hay que quejarse demasiado. De ahí, justo, donde existe una de esas villas eternas, en Retiro, vamos a poder salir muy pronto, en el tren bala. Vale la pena ser argentino.
Se nos enseñó siempre que el capitalismo, por sí solo, iba a solucionar los problemas del mundo. Se nos dijo que para eso se necesitaba libertad de acción empresaria. Más libertad para el capital, más rápidas vendrían las soluciones. Pero cómo, entonces, se preguntaría un alumno crédulo e inocente: ¿y Martínez de Hoz no pudo solucionar el problema de las villas “de emergencia”? No, vayamos más allá, dejemos los países del Tercer Mundo. En la Alemania actual, primer país exportador del mundo –hasta ahora, pero muy pronto ese título pasará a China–, se ha producido un caso que deja todo en claro. La fábrica finlandesa de teléfonos manuales Nokia abandona Alemania para instalarse en Rumania. Motivos, los obreros alemanes cobran un sueldo entre 1900 y 1500 euros y tienen sindicatos. En Rumania en cambio, se paga 200 por mes (aunque hay denuncias de parte de los obreros de que ganan apenas 100 euros mensuales). Un motivo claro. Porque los empresarios piensan que la vida está para ganar todo lo que se pueda. Si no, ¿para qué venimos al mundo? Los alemanes están indignadísimos porque Nokia para instalarse en Alemania recibió gran ayuda en préstamos del Estado alemán. Y ahora, de la noche a la mañana, se retira. Se instalan en Jucu, cerca de la ciudad de Cluj, en Rumania. Ya la empresa ha comprado, además de los terrenos para la fábrica, otras fracciones de tierra para una cancha de golf para los ejecutivos. Es decir, piensan en todo. En Alemania han quedado cesantes 2200 obreros. Se hacen todos los días grandes marchas. El handy de Nokia se vende ahora sólo a un euro, en liquidación absoluta, porque ya nadie en Alemania compra esa marca, consideran de por sí “una vergüenza” que un aparato así lo acompañe en todo el día. Lo ocurrido ya no es para calificarlo como “un chiste” finlandés sino más bien como una tragedia wagneriana. El director de la nueva fábrica de Nokia en Rumania, un joven norteamericano de Texas, en su presentación ante los nuevos políticos rumanos los llamó fraternalmente “mis hermanos”. Son gajes del oficio. Los desocupados de Alemania son para él ya cosas del pasado. Porque las cosas son así.
Obama, el no a más tropas a Afganistán, nuestras villas miseria argentinas y el golpe de furca de una empresa. Cuatro sucesos de la actualidad para pensar. Porque la “cosa” no es que algunos puedan viajar en tren bala y otros jugar al golf en Rumania. Ya que así empieza la definición del vocablo “violencia”.

Osvaldo Bayer
Fuente: Diario "Página/12", sábado 16/02/2008
http://www.pagina12.com.ar/

1 Poema breve de Patricia Corrales


Mientras la nieve se avista sola en las alturas

Y el verde ejerce su juventud

Y los ríos me cantan tu río

Pienso y te traigo tantas veces, necesario



Como una ladrona descubierta

me proyecto hacia lo desconocido, sin miedos


Me sublimo contigo


Patricia Corrales
pcorrales@cosud.com

Federico Fellini: "Soy un gran mentiroso"


Por Federico Fellini *


Nunca veo mis películas, pero me sucedió de ver una fotografía o un fragmento de una película mía en televisión, Casanova o Satyricon, y preguntarme en forma espontánea: “¿Quién hizo esto?”.

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Cuando hago mi trabajo, cuando soy cineasta, soy poseído. Un oscuro morador, que no conozco, toma las riendas, dirige todo en mi lugar. Yo pongo a su disposición sólo mi voz, el sentido artesanal, mi intento de seducción, de plagio o de autoridad. Pero es otro realmente. Otro con quien convivo, que no conozco en forma directa, sólo de oído.

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La memoria es un componente misterioso, casi indefinido, que se relaciona con algo que quizá no recordamos, pero que nos empuja a entrar en contacto con dimensiones, con sucesos, con sensaciones que no sabemos definir, pero que sucedieron.

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Mi inclinación natural fue inventar una juventud, una relación con la familia, las mujeres, la vida. Creo que siempre inventé. Pera mí son más ciertas las cosas que no ocurrieron pero que inventé. Así sucedió con la ciudad donde nací, donde pasé mi juventud y estudié: se fue alejando para dejar lugar a la Rimini de las películas en las que hablé de ella: I Vitelloni, Amarcord. Ahora me parece que esas dos, que representan una Rimini reconstruida, pertenecen más a mi vida que la Rimini topográficamente comprobable como una pequeña ciudad de la costa adriática. Soy un gran mentiroso, ésta es la conclusión.

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Un film, aunque sea muy complejo de realizar y requiera mucho tiempo, puede existir en una sensación, en una sospecha, en una anticipación que puede ser una luz, un sonido. Una obra de arte pudo ser anunciada a su autor aun por un perfume. La vida entera puede ser sugerida por el temblor de una hoja.

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No creo que exista la posibilidad de trazar una línea divisoria nítida entre el pasado, el presente y el futuro; entre el recuerdo de lo sucedido y lo imaginado. No creo que quien eligió la profesión o siguió la vocación de contar historias pueda distinguirlo cuando crea un pequeño universo. Esta creación es total; es un universo completo en el tiempo, no sólo en la descripción del lugar y de los personajes; también el tiempo es inventado.

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No creer es una fatiga. Es bloquearse, construirse barreras, límites. En cambio, creer pertenece al sentimiento vago del que habla, y ésta es una nota fundamental en la que me reconozco, la espera. También creer es parte de una espera. Y no quiero darle una atmósfera mística a esta declaración: me refiero a un estado cotidiano, un estado de ánimo en el que el sentimiento de espera nunca me abandonó. Si usted me pregunta qué espero, me incomodaría.

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Proyectamos sobre la mujer ese sentimiento de espera, como de una revelación; la llegada de un mensaje, un poco como aquel personaje de Kafka que esperaba el mensaje del emperador. La mujer puede ser la emperatriz que envió hace miles de años un mensaje, y está bien que no haya llegado nunca. Porque me parece que el gusto de la vida reside en la espera del mensaje y no en el mensaje mismo.

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Il viaggio di G. Mastorna es un proyecto que en estos últimos treinta años, al final de cada film, parece querer decirme: “Esta vez me toca a mí”, “Esta vez me realizarás”. Siempre lo postergué y lo sigo postergando, pero no la historia, sino la atmósfera, algo íntimo, secreto de este film, terminó colocándose y nutriendo todos los films que realicé después. Hay algo de Mastorna en Satyricon, en La Città delle Donne, incluso en Casanova. Mastorna es como los restos de un naufragio que desde las profundidades envía una radiación, sin perder nada de su integridad como idea o relato. Aún sigo con la ilusión de hacerlo.

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La vida, abandonada a sí misma, parece sin sentido, insignificante, monstruosa. El arte, en cambio, es algo que reconforta, que tranquiliza. El arte relata la vida en términos sumamente protectores. Nos hace reflexionar sobre la vida, que de lo contrario sería sólo un corazón que late, un estómago que digiere, pulmones que respiran, ojos que se llenan de imágenes sin sentido.

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Desde cierta edad, el pensamiento de la muerte siempre está presente, pero por fortuna tengo un mecanismo psicológico particular por el cual los disgustos, temores, miedos, deudas, obligaciones, se transforman en material de un relato. Creo que éste es el “cinismo afortunado del tipo creativo”: pensar haber nacido sólo para contarlo a los demás. Las obras de un autor pueden ser testigos, en el transcurso de la vida, de los diversos estadios, la decadencia física, la vejez que avanza, la posibilidad de desaparecer, de no existir más, de no hacer más entrevistas, de no estar más rodeado de amigos venidos de lejos, que esperaron tanto.

- - -

De la muerte se habla sólo literariamente. Ni siquiera en serio. Podemos imaginar miles de cosas, leer tantos testimonios. Pero pienso que es algo de lo que nunca podremos adueñarnos.

- - -

No tengo la sensación del tiempo que pasa. Me parece estar detenido en un escenario con todas las cosas listas alrededor: objetos de escenografía, cuadros, personas, sentimientos, colores. Y siempre fue así. Desde que comencé a vivir mi existencia identificándola con el cine es como si el tiempo se hubiese detenido. Me parece que es siempre el mismo día. Siempre estuve en un teatro, con un megáfono en la mano, gritando, haciéndome el charlatán, el payaso, el jefe de policía, el general. Y los recuerdos de estos últimos cuarenta años están siempre presentes. Estoy rodeado de oscuridad y de luz. Oscuridad arriba y luz alrededor. Y, luego, una serie de sombras que hay que acomodar. Me parece que mi vida existió, se consumió y se sigue consumiendo en estas imágenes.

* Del documental "Soy un gran mentiroso", realizado por Damián Pettigrew. Fragmentos de este film fueron proyectados en el Encuentro Internacional Cornelius Castoriadis, que se efectuó en Buenos Aires el año pasado.
(Enviado por Rubén Vedovaldi)

Revagliatti de verano

Revagliatti verano del 85 en Ituzaingó


Adiós a los discos de pasta

Se acabaron los 78
le avisé
A Corsini te lo vas a escuchar a Santa
Lucía

Por suerte no sos un vulgar espontaneísta
Ni un voluntarista a ultranza
agregué, sin embargo
A ésos, los detesto

Aprendí que no estoy en esta vida para
merodear
aduje
En la otra seré plenamente una estúpida
En ésta, ya no más

Poco después, partió
Traslúcido
Innoble, también
Rayado.






Usualmente



Él me dice usualmente esas cosas extrañas

y me abraza



Termino casi siempre sabiendo qué soy



Después

huye.





Reconocida y desleal


Reconocida y desleal

aún segrego tus efectos personales



Bien sé que no todo es quedarse

ni acomodarse

en las fronteras



Trémula

como mi madre cuando dio conmigo

cavándote mis rictus de presa

morí cómica



Yo con vos no tengo

ni un soberbio fracaso.







Sentí




Sentí algo:



he sido atropellada

por un recuerdo



allí.




Rolando Revagliatti
revadans@yahoo.com.ar
http://www.revagliatti.com.ar/

Cristina Villanueva: minitextos varios


Margaritas

Una chanchita linda coqueta y rosada deshojaba la margarita para saber si su cerdito la amaba. Contenta porque el resultado del horóscopo floral fue "te quiere mucho", pero enojada debido al dicho popular que le hacía tan engorroso encontrar margaritas.





La fiesta del resto


Sobre la transparencia:
el deseo

brillo o sonrisa
en el aire
lo que queda

de la ausencia




Con mucho tacto

El la toca con lluvia
con hojas, con ojos,
con oidos, pestañas,
con ensaladas de flores,
con barcos y con bordes.
con la raya más pequeña de la
piel de un tigre amarillo en celo
con centelleo,
con el resplandor de un hilo
de luz en la grieta.
Con roces sedosos de lenguaje.
Con un bandoneón abierto en música.

Y claro también, por supuesto, no faltaba más,

él la toca con manos.


***

Intentó abrir la puerta con un manojo de flores,no pudo.Esperando que
abriera para entrar a robarle se encontraba un ladrón que se fue sin lograr
su cometido.Comprobamos de este modo que las imágenes poéticas no son
totalmente inútiles.
No hay mal que por bien no venga


Así no se puede vivir.
Blumberg



Cristina Villanueva
libera@arnet.com.ar

Carlos del Frade: El avance del sistema


11/02/08
Por Carlos del Frade
(APe).-
A fines del siglo diecinueve, cuando se inició la conquista del Chaco, después del genocidio perpetrado contra el pueblo paraguayo a través de la guerra de la triple infamia impulsada por las burguesías de la Argentina, Brasil y Uruguay como tristes y macabros titiriteros del imperio inglés; los últimos pueblos libres del monte tupido y del quebrachal indómito decidieron defender su tierra al costo de sus propias vidas.

En esos lugares de verdes infinitos y variados, tobas, matacos y chiriguanos encontraban todo lo necesario para alimentarse, crecer y soñar con construir una sociedad mejor para sus hijos. Aunque las estadísticas militares y de gendarmería son por demás de mezquinas y artificiales, antropólogos e historiadores del norte santafesino y del Chaco sostienen que la masacre se tragó a miles de habitantes originarios. Una sangría que se continuó con la llegada de La Forestal y otros capitales extranjeros que necesitaban de la docilidad del nativo y cuando no lo lograban no había nadie que castigara sus abusos.

Pero las abuelas tobas, los abuelos matacos, los caciques de las comunidades que todavía resisten en el Chaco y que también se encuentran en ciudades del sur, como Rosario, suelen recordar aquellos tiempos en que la naturaleza les daba todo lo necesario para vivir y multiplicarse.

No conocían el hambre ni tampoco la miseria. Las enfermedades no superaban las crónicas orales que llegaban de las generaciones anteriores.

Esta es la historia que no solamente conocen los estudiosos de las antiguas comunidades sino que circulan entre los actuales habitantes de la región.

La riqueza de la naturaleza hacía ricos a sus pueblos primeros.

A principios del tercer milenio, después de distintas cacerías humanas que tenían como objetivo la explotación irracional de aquella riqueza natural, las consecuencias de tantos desarraigos hechos a imagen y semejanza del capital, explotan en los cuerpos de los empobrecidos de siempre, descendientes en quinta generación de las últimas familias libres del Chaco.

Para colmo de males, la frontera agropecuaria acicateada por los más de mil pesos por tonelada que las multinacionales del cereal pagan por la soja, avanza arrasando lo poco que queda del monte y bosque naturales.

La devastación de la naturaleza trae la devastación de los pueblos originales. Es casi una consigna del sistema que se repite en las diferentes latitudes del país de los argentinos.

El actual gobernador del Chaco, Jorge Capitanich, ex menemista furibundo y hoy kirchnerista fanático, informó que en El Impenetrable, legendaria región de la provincia, la mayoría de las nenas y los nenes están desnutridos y que el mal de Chagas alcanza al cuarenta por ciento de la población. Abusando del lugar común, el gobernador dijo que “se trata de un problema de gravedad absoluta, con un efecto acumulativo por la falta de políticas de Estado adecuadas”, como quien por primera vez conoce la cuestión social de su propia provincia.

Según los profesionales que participaron de la investigación dijeron que “parecía que hubiesen retrocedido 500 años”.

En realidad el problema es al revés, son estos quinientos años de avance del sistema que desprecia la naturaleza y las mayorías los que han llevado a este presente. El no retroceso de la voracidad capitalista es el responsable de la miseria chaqueña. Ese es el avance que hay que detener, la marcha asesina de una sociedad manejada por y para muy pocos.

Fuente de datos:
Diario Norte - Chaco 08-02-08
Agencia de Noticias "Pelota de Trapo"

Rumi: La leche de los milenios


Soy parte de la carga

en desequilibrio.

Caigo en la hierba

como los viejos que duermen en cuevas,

para curiosear allá por donde caigo.




Durante cientos de miles de años he sido motas de polvo

que flotan y vuelan a merced del viento,

olvidando con frecuencia el haber existido jamás

en ese estado. Pero, al dormir,

regreso allí. Me libero de un brinco

de la cruz de cuatro brazos del tiempo y el espacio,

de esta sala de espera.




Aparezco en una pradera inmensa,

y me amamanto de la leche de los milenios.

Esto lo hace todo el mundo pero de distintas maneras.

Sabiendo que las decisiones conscientes

y la memoria personal

constituyen un lugar demasiado pequeño para vivir,

por la noche, todos los seres humanos fluyen hacia

ese amoroso sitio en ningún sitio; o, durante el día,

en algún trabajo que les absorba.


RUMI (1207-1273)
Traducción: Coleman Barks
(Enviado por Andrea Fabiana Marqués Vilardo)
.

martes, 12 de febrero de 2008

Homenaje: Julio Cortázar


A 24 años de su muerte lo recordamos con uno de sus textos:

Apocalipsis de Solentiname

Los ticos son siempre así, más bien calladitos pero llenos de
sorpresas, uno baja en San José de Costa Rica y ahí están esperándote
Carmen Naranjo y Samuel Rovinski y Sergio Ramírez (que es de Nicaragua
y no tico pero qué diferencia en el fondo si es lo mismo, qué
diferencia en que yo sea argentino aunque por gentileza debería decir
tino, y los otros nicas o ticos). Hacía uno de esos calores y para
peor todo empezaba enseguida, conferencia de prensa con lo de siempre,
¿por qué no vivís en tu patria, qué pasó que Blow-Up era tan distinto
de tu cuento, te parece que el escritor tiene que estar comprometido?
A esta altura de las cosas ya sé que la última entrevista me la harán
en las puertas del infierno y seguro que serán las mismas preguntas, y
si por caso es chez San Pedro la cosa no va a cambiar, ¿a usted no le
parece que allá abajo escribía demasiado hermético para el pueblo?
Después el hotel Europa y esa ducha que corona los viajes con un
largo monólogo de jabón y de silencio. Solamente que a las siete
cuando ya era hora de caminar por San José y ver si era sencillo y
parejito como me habían dicho, una mano se me prendió del saco y
detrás estaba Ernesto Cardenal y qué abrazo, poeta, qué bueno que
estuvieras ahí después del encuentro en Roma, de tantos encuentros
sobre el papel a lo largo de años. Siempre me sorprende, siempre me
conmueve que alguien como Ernesto venga a verme y a buscarme, vos
dirás que hiervo de falsa modestia pero decilo nomás viejo, el chacal
aúlla pero el ómnibus pasa, siempre seré un aficionado, alguien que
desde abajo quiere tanto a algunos que un día resulta que también lo
quieren, son cosas que me superan, mejor pasamos a la otra línea.
La otra línea era que Ernesto sabía que yo llegaba a Costa Rica y
dale, de su isla se había venido en avión porque el pajarito que le
lleva las noticias lo tenía informado de que los ticas me planeaban un
viaje a Solentiname y a él le parecía irresistible la idea de venir a
buscarme, con lo cual dos días después Sergio y Óscar y Ernesto y yo
colmábamos la demasiado colmable capacidad de una avioneta Piper
Aztec, cuyo nombre será siempre un enigma para mí pero que volaba
entre hipos y borborigmos ominosos mientras el rubio piloto
sintonizaba unos calipsos contrarrestantes y parecía por completo
indiferente a mi noción de que el azteca nos llevaba derecho a la
pirámide del sacrificio. No fue así, como puede verse, bajamos en Los
Chiles y de ahí un yip igualmente tambaleante nos puso en la finca del
poeta José Coronel Urteche, a quién más gente haría bien en leer y en
cuya casa descansamos hablando de tantos otros amigos poetas, de Roque
Dalton y de Gertrude Stein y de Carlos Martínez Rivas hasta que llegó
Luis Coronel y nos fuimos para Nicaragua en su yip y en su panga de
sobresaltadas velocidades. Pero antes hubo fotos de recuerdo con una
cámara de esas que dejan salir ahí nomás un papelito celeste que poco
a poco y maravillosamente y polaroid se va llenando de imágenes
paulatinas, primero ectoplasmas inquietantes y poco a poco una nariz,
un pelo crespo, la sonrisa de Ernesto con su vincha nazarena, doña
María y don José recortándose contra la veranda. A todos les parecía
muy normal eso porque desde luego estaban habituados a servirse de esa
cámara pero yo no, a mí ver salir de la nada, del cuadradito celeste
de la nada esas caras y esas sonrisas de despedida me llenaba de
asombro y se los dije, me acuerdo de haberle preguntado a Óscar qué
pasaría si alguna vez después de una foto de familia el papelito
celeste de la nada empezara a llenarse con Napoleón a caballo, y la
carcajada de don José Coronel que todo lo escuchaba como siempre, el
yip, vámonos ya para el lago.
A Solentiname llegamos entrada la noche, allí esperaban Teresa y
William y un poeta gringo y los otros muchachos de la comunidad; nos
fuimos a dormir casi enseguida pero antes vi las pinturas en un
rincón, Ernesto hablaba con su gente y sacaba de una bolsa las
provisiones y regalos que traía de San José, alguien dormía en una
hamaca y yo vi las pinturas en un rincón, empecé a mirarlas. No me
acuerdo quién me explicó que eran trabajos de los campesinos de la
zona, ésta la pintó el Vicente, ésta es de la Ramona, algunas firmadas
y otras no pero todas tan hermosas, una vez más la visión primera del
mundo, la mirada limpia del que describe su entorno como un canto de
alabanza: vaquitas enanas en prados de amapola, la choza de azúcar de
donde va saliendo la gente como hormigas, el caballo de ojos verdes
contra un fondo de cañaverales, el bautismo en una iglesia que no cree
en la perspectiva y se trepa o se cae sobre sí misma, el lago con
botecitos como zapatos y en último plano un pez enorme que ríe con
labios de color turquesa. Entonces vino Ernesto a explicarme que la
venta de las pinturas ayudaba a tirar adelante, por la mañana me
mostraría trabajos en madera y piedra de los campesinos y también sus
propias esculturas; nos íbamos quedando dormidos pero yo seguí todavía
ojeando los cuadritos amontonados en un rincón, sacando las grandes
barajas de tela con las vaquitas y las flores y esa madre con dos
niños en las rodillas, uno de blanco y el otro de rojo, bajo un cielo
tan lleno de estrellas que la única nube quedaba como humillada en un
ángulo, apretándose contra la varilla del cuadro, saliéndose ya de la
tela de puro miedo.
Al otro día era domingo y misa de once, la misa de Solentiname en
la que los campesinos y Ernesto y los amigos de visita comentan juntos
un capítulo del evangelio que ese día era el arresto de Jesús en el
huerto, un tema que la gente de Solentiname trataba como si hablaran
de ellos mismos, de la amenaza de que les cayeran en la noche o en
pleno día, esa vida en permanente incertidumbre de las islas y de la
tierra firme y de toda Nicaragua y no solamente de toda Nicaragua sino
de casi toda América Latina, vida rodeada de miedo y de muerte, vida
de Guatemala y vida de El Salvador, vida de la Argentina y de Bolivia,
vida de Chile y de Santo Domingo, vida del Paraguay, vida de Brasil y
de Colombia.
Ya después hubo que pensar en volverse y fue entonces que pensé de
nuevo en los cuadros, fui a la sala de la comunidad y empecé a
mirarlos a la luz delirante de mediodía, los colores más altos, los
acrílicos o los óleos enfrentándose desde caballitos y girasoles y
fiestas en los prados y palmares simétricos. Me acordé que tenía un
rollo de color en la cámara y salí a la veranda con una brazada de
cuadros; Sergio que llegaba me ayudó a tenerlos parados en la buena
luz, y de uno en uno los fui fotografiando con cuidado, centrando de
manera que cada cuadro ocupara enteramente el visor. Las casualidades
son así: me quedaban tantas tomas como cuadros, ninguno se quedó
afuera y cuando vino Ernesto a decirnos que la panga estaba lista le
conté lo que había hecho y él se rió, ladrón de cuadros,
contrabandista de imágenes. Sí, le dije, me los llevo todos, allá los
proyectaré en mi pantalla y serán más grandes y más brillantes que
éstos, jodete.
Volví a San José, estuve en La Habana y anduve por ahí haciendo
cosas, de vuelta a París con un cansancio lleno de nostalgia, Claudine
calladita esperándome en Orly, otra vez la vida de reloj pulsera y
merci monsieur, bonjour madame, los comités, los cines, el vino tinto
y Claudine, los cuartetos de Mozart y Claudine. Entre tanta cosa que
los sapos maletas habían escupido sobre la cama y la alfombra,
revistas, recortes, pañuelos y libros de poetas centroamericanos, los
tubos de plástico gris con los rollos de películas, tanta cosa a lo
largo de dos meses, la secuencia de la Escuela Lenin de La Habana, las
calles de Trinidad, los perfiles del volcán Irazú y su cubeta de agua
hirviente verde donde Samuel y yo y Sarita habíamos imaginado patos ya
asados flotando entre gasas de humo azufrado. Claudine llevó los
rollos a revelar, una tarde andando por el barrio latino me acordé y
como tenía la boleta en el bolsillo los recogí y eran ocho, pensé
enseguida en los cuadritos de Solentiname y cuando estuve en mi casa
busqué en las cajas y fui mirando el primer diapositivo de cada serie,
me acordaba que antes de fotografiar los cuadritos había estado
sacando la misa de Ernesto, unos niños jugando entre las palmeras
igualitos a las pinturas, niños y palmeras y vacas contra un fondo
violentamente azul de cielo y de lago apenas un poco más verde, o a lo
mejor al revés, ya no lo tenía claro. Puse en el cargador la caja de
los niños y la misa, sabía que después empezaban las pinturas hasta el
final del rollo.
Anochecía y yo estaba solo, Claudine vendría al salir del trabajo
para escuchar música y quedarse conmigo; armé la pantalla y un ron con
mucho hielo, el proyector con su cargador listo y su botón de
telecomando; no hacía falta correr las cortinas, la noche servicial ya
estaba ahí encendiendo las lámparas y el perfume del ron; era grato
pensar que todo volvería a darse poco a poco, después de los cuadritos
de Solentiname empezaría a pasar las cajas con las fotos cubanas, pero
por qué los cuadritos primero, por qué la deformación profesional, el
arte antes que la vida, y por qué no, le dijo el otro a éste en su
eterno indesarmable diálogo fraterno y rencoroso, por qué no mirar
primero las pinturas de Solentiname si también son la vida, si todo es
lo mismo.
Pasaron las fotos de la misa, más bien malas por errores de
exposición, los niños en cambio jugaban a plena luz y dientes tan
blancos. Apretaba sin ganas el botón de cambio, me hubiera quedado
tanto rato mirando cada foto pegajosa de recuerdo, pequeño mundo
frágil de Solentiname rodeado de agua y de esbirros como estaba
rodeado el muchacho que miré sin comprender, yo había apretado el
botón y el muchacho estaba ahí en un segundo plano clarísimo, una cara
ancha y lisa como llena de incrédula sorpresa mientras su cuerpo se
vencía hacia adelante, el agujero nítido en mitad de la frente, la
pistola del oficial marcando todavía la trayectoria de la bala, los
otros a los lados con las metralletas, un fondo confuso de casas y de
árboles.
Se piensa lo que se piensa, eso llega siempre antes que uno mismo y
lo deja tan atrás; estúpidamente me dije que se habrían equivocado en
la óptica, que me habían dado las fotos de otro cliente; pero entonces
la misa, los niños jugando en el prado, entonces cómo. Tampoco mi mano
obedecía cuando apretó el botón y fue un salitral interminable a
mediodía con dos o tres cobertizos de chapas herrumbradas, gente
amontonada a la izquierda mirando los cuerpos tendidos boca arriba,
sus brazos abiertos contra un cielo desnudo y gris; había que fijarse
mucho para distinguir en el fondo al grupo uniformado de espaldas y
yéndose, el yip que esperaba en lo alto de una loma.
Sé que seguí; frente a eso que se resistía a toda cordura lo único
posible era seguir apretando el botón, mirando la esquina de
Corrientes y San Martín y el auto negro con los cuatro tipos apuntando
a la vereda donde alguien corría con una camisa blanca y zapatillas,
dos mujeres queriendo refugiarse detrás de un camión estacionado,
alguien mirando de frente, una cara de incredulidad horrorizada,
llevándose una mano al mentón como para tocarse y sentirse todavía
vivo, y de golpe la pieza casi a oscuras, una sucia luz cayendo de la
alta ventanilla enrejada, la mesa con la muchacha desnuda boca arriba
y el pelo colgándole hasta el suelo, la sombra de espaldas metiéndole
un cable entre las piernas abiertas, los dos tipos de frente hablando
entre ellos, una corbata azul y un pull-over verde. Nunca supe si
seguía apretando o no el botón, vi un claro de selva, una cabaña con
techo de paja y árboles en primer plano, contra el tronco del más
próximo un muchacho flaco mirando hacia la izquierda donde un grupo
confuso, cinco o seis muy juntos le apuntaban con fusiles y pistolas;
el muchacho de cara larga y un mechón cayéndole en la frente morena
los miraba, una mano alzada a medias, la otra a lo mejor en el
bolsillo del pantalón, era como si les estuviera diciendo algo sin
apuro, casi displicentemente, y aunque la foto era borrosa yo sentí y
supe y vi que el muchacho era Roque Dalton, y entonces sí apreté el
botón como si con eso pudiera salvarlo de la infamia de esa muerte y
alcancé a ver un auto que volaba en pedazos en pleno centro de una
ciudad que podía ser Buenos Aires o São Paulo, seguí apretando y
apretando entre ráfagas de caras ensangrentadas y pedazos de cuerpos y
carreras de mujeres y de niños por una ladera boliviana o
guatemalteca, de golpe la pantalla se llenó de mercurio y de nada y
también de Claudine que entraba silenciosa volcando su sombra en la
pantalla antes de inclinarse y besarme en el pelo y preguntar si eran
lindas, si estaba contento de las fotos, si se las quería mostrar.
Corrí el cargador y volví a ponerlo en cero, uno no sabe cómo ni
por qué hace las cosas cuando ha cruzado un límite que tampoco sabe.
Sin mirarla, porque hubiera comprendido o simplemente tenido miedo de
eso que debía ser mi cara, sin explicarle nada porque todo era un solo
nudo desde la garganta hasta las uñas de los pies, me levanté y
despacio la senté en mi sillón y algo debí decir de que iba a buscarle
un trago y que mirara, que mirara ella mientras yo iba a buscarle un
trago. En el baño creo que vomité, o solamente lloré y después vomité
o no hice nada y solamente estuve sentado en el borde de la bañera
dejando pasar el tiempo hasta que pude ir a la cocina y prepararle a
Claudine su bebida preferida, llenársela de hielo y entonces sentir el
silencio, darme cuenta de que Claudine no gritaba ni venía corriendo a
preguntarme, el silencio nada más y por momentos el bolero azucarado
que se filtraba desde el departamento de al lado. No sé cuánto tardé
en recorrer lo que iba de la cocina al salón, ver la parte de atrás de
la pantalla justo cuando ella llegaba al final y la pieza se llenaba
con el reflejo del mercurio instantáneo y después la penumbra,
Claudine apagando el proyector y echándose atrás en el sillón para
tomar el vaso y sonreírme despacito, feliz y gata y tan contenta.
-Qué bonitas te salieron, esa del pescado que se ríe y la madre con
los dos niños y las vaquitas en el campo; espera, y esa otra del
bautismo en la iglesia, decime quién los pintó, no se ven las firmas.
Sentado en el suelo, sin mirarla, busqué mi vaso y lo bebí de un
trago. No le iba a decir nada, qué le podía decir ahora, pero me
acuerdo que pensé vagamente en preguntarle una idiotez, preguntarle si
en algún momento no había visto una foto de Napoleón a caballo. Pero
no se lo pregunté, claro.

San José, La Habana, abril de 1976

De "Alguien que anda por ahí"
Cortázar, Julio; Cuentos completos 2, Buenos Aires, Alfaguara, 1996





V SEMANA CORTÁZAR
Organizada por la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo

La Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo invita a participar de la V Semana Cortázar, que se realizará del lunes 11 al viernes 15 en la sede de la entidad, Hipólito Yrigoyen 1584, ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Como ya ha sucedido en las ediciones anteriores, durante esos días habrá cine, teatro, poesía, música, política, psicodrama, debates y la voz de Julio Cortázar.
"Volvemos a Cortázar como al lugar del amor, del juego y la complicidad. Allí crecemos en mundos interiores y en lazos fraternos. Y no se nos olvida el Chaco, la cara de los ángeles, ni Fuentealba ni Julio López ni todo lo que urge cambiar. Volvemos a Cortázar porque literatura y realidad se interpenetran y se transforman, y uno, una que lee, que escribe, que actúa en la ardua cotidianidad. Desde la Universidad Popular, vamos transitando cinco años de encuentros multidisciplinarios, experimentales, creativos, comprometidos, absortos, con el guiño de Cortázar abriéndonos puertas, construyendo otras miradas sobre lo tantas veces visto. Y dando cauce a lo que ansiamos ver, palpitante, en la literatura y en la realidad.", dice la convocatoria.

Silvina Ocampo: de "Ejércitos de la oscuridad"


Ejércitos de la oscuridad
(a Alejandra)


Conozco un guardián de plaza al que le amputaron una pierna. Evita le regaló una pierna que hizo traer de Alemania. "Era la última palabra en materia de piernas ortopédicas." El guardián nunca pudo usarla. (No fue por culpa de la pierna, que era perfecta, sino por culpa del muñón.) Guardó la pierna de recuerdo adentro de una caja, como vino de Alemania. Hace tiempo que no se la prueba. "Servirá para mis nietos, Dios no lo quiera." Así me dijo.

Me acordé de mi padre: a mi padre también le amputaron una pierna. Volví a verlo cuando había aprendido a manejar la pierna. Después de la operación me dijeron que no le mirara la pierna. ¿Cómo podía mirarle una pierna que le faltaba? Yo tenía cinco años.

Desde la infancia veo en la oscuridad total de un cuarto, cuando estoy por dormirme, una suerte de raudo ejército azul y colorado que avanza en dirección a mí hasta que se pierde y vuelvo a recuperarlo en otro ángulo de la oscuridad, donde aparece para hacer la misma trayectoria. Me dirán que ese ejército podría ser un campo sembrado de jacintos, los hay rojos y los hay azules. Podría ser también el tablero de un juego con fichas vistosas, pero nunca se me ocurrió que pudiera ser otra cosa que un ejército de soldaditos vestidos de azul y de colorado que avanzan unidos como un solo soldado. Ese ejército fue siempre para mí el ejército de la noche. No sólo en la noche hay oscuridad, ya lo sé, pero de todos modos en el sitio en que lo vi con más frecuencia fue en la noche, que para mí es un sitio, el más importante del mundo. En el momento en que aparece el ejército de la noche pienso, recuerdo, elucubro ideas e imágenes que no reconozco durante el día. Y ese ejército de pequeñísimas ideas, de recuerdos, de imágenes de mi mente pugna por vivir y trata de matarme porque sus divisiones son a veces mansas como corderos o dulces como la miel, pero otras veces silban o gritan o manejan cuchillos y venenos, se agazapan en los infinitos laberintos inexplorados donde las pierdo de vista para volverlas a encontrar en el sitio donde las espero de nuevo: la oscuridad.



Noticias salidas en los diarios:


1º. "Fue apresada una banda de falsos niños sordomudos. Los amorales hicieron subir a un viejo a un tobogán, lo despojaron del reloj, de la billetera y del nieto, que ahogaron en el lago Léman, donde se dedicaban a la pesca."

2º. "Pondrán en plazas y jardines árboles, césped y plantas de hojalata para que el público no los estropee y de paso economizar el agua destinada al riego. En el Jardín Botánico se operarán grandes cambios en ese sentido."



Inscripciones en la arena

Nos asustan los fantasmas y sin embargo vivimos minuciosamente entre ellos: son nuestro ser anterior, el que vivió en una casa, el que pasó por un jardín, el que viajó por diferentes lugares del mundo, el que fue increíblemente feliz o increíblemente desdichado. Cada uno de esos seres está rodeado de otros seres. De ese modo se propaga el infinito mundo de los fantasmas.

El amor es recíproco, lo que no es recíproco es la imaginación.

Masticando pan tostado o con un caramelo en la boca podríamos conseguir lo no podríamos conseguir con nada: que nuestro interlocutor nos mate.




Analectas


En Palermo. A mediodía, todos los martes, invierno y verano, primavera y otoño, se ve llegar a un hombre y una mujer. Anhelantes, avanzan. Sospecho que primero se aventuran por el Rosedal, por el Patio Andaluz, porque, habitualmente mudos, hablaron alguna vez de las rosas florecidas o no florecidas y del perfume de las rosas o del recuerdo de ese perfume, y de las glicinas y de los sapos de las fuentes. Siguiendo los mismos senderos, manteniendo la misma distancia que los separa o los acerca el uno del otro cruzan la calle en el mismo sitio, debajo de las casuarinas, donde estacionan las victorias de plaza que esperan a los novios y a los escolares para llevarlos a pasear. Cruzan el césped hasta que llegan a la avenida Sarmiento.
Ella tiene el pelo recogido como pidiendo un sombrero, los dedos enrulados como si llevara el mango de un paraguas, el pecho estrecho como lo quiere una esclavina.
–¿Dónde viven?
–En Florencio Varela.
–¿Vienen siempre?
–Todos los martes.
–Venimos a tomar aire. Donde vivimos no se puede respirar por las chimeneas.
–Hay muchas chimeneas negras.
–Cuando venimos tenemos apetito.
–Yo me comería una res entera.


Epigramas


Cuando ella lava los
platos, ¿quién es?
Ni siquiera lo sabe.
Retuerce en cualquier trapo de rejilla el cuello de alguien.
Consejo: no usar trapos de rejilla porque inducen al
crimen. Qué bien lo comprendo.

Silvina Ocampo
(De "Ejércitos de la oscuridad", Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 2008)

Inéditos de Revagliatti


Rolando Revagliatti






Y AHORA, A LA CAMA


Que descanse yo en paz
me deseo

Hasta que al fin
mortificado
duermo

y lucho.




IRSE A MENOS


Tiene
pero
se apoca

Se apoca
ante
lo que
a mí
me queda

Se apoca
por lo tanto
tiene.




Rolando Revagliatti
http://www.revagliatti.com.ar/

Otro caso de plagio: Mariano Grondona


Gabriela Delgado: Fuego




Fuego


No deseo obturar mis ojos

por temor a no comprender cuando te marches.

Gabriela Abeal


Se me hace difícil transitar el silencio

con la piel crujiendo.

Tensa la curva de mi boca.

Una pena que tanto "te quiero"

muera sin ser palabra.

Estoy amurallada, posponiendo la vida,

alerta a las señales

o a la falta de ellas.

En tanto mis sentidos se van rindiendo uno a uno.

Ya no hay grillos ni sedas,

no hay cerezas ni azahares.

Los colores se van desgastando.

No quiero cerrar los ojos

y quedarme encallada en tu fantasma

sin haberle robado el fuego.


Gabriela Delgado
(Del libro "Ronda de Pretextos", donde cada una de las integrantes del "Grupo Pretextos" publicó varias de sus obras)
agualunagd@yahoo.com.ar

lunes, 11 de febrero de 2008

Sonia Catela: Autoras prohibidas por decreto


PROHIBIDAS POR DECRETO I

Por Sonia Catela

Con fecha, número y firma de autoridades, decretos oficiales mandaron a la quemazón una serie de obras de escritoras argentinas.

Las públicamente proscriptas, aquéllas mujeres escritoras malditas cuyas obras secuestraba la policía federal de librerías, editoriales y bibliotecas, atravesaron un infierno propio. Echémoles una mirada a tales mujeres, en su cuerpo vivo, textual y corporal.

El decreto Nº 1101, del 26 de abril de 1977 del PE, vetó GANARSE LA MUERTE de Griselda Gambaro. En el libro el gobierno halló una "posición nihilista frente a la familia, la moral, el ser humano y la sociedad".

Para la preparación de la sopa censora se echaron también huesos como que esas actitudes constituían una agresión directa a la comunidad y corroboraban la existencia de formas cooperantes de disgregación social, tanto o más disolventes que las violentas.

Sirvamos un fragmento de Ganarse la muerte de la Gambaro:

"Así, volvió a la casa deseando encontrar paz, lo cotidiano ajustado aceitadamente sobre los rieles, y la comida no estaba lista [...]

-¡Cledy!- Llamó el marido, y Cledy tardó bastante en moverse. Olió a quemado e inició un movimiento, angustiada.

¡Ah, era demasiado! pensó el marido, sintiendo que el mundo se le venía encima. Otros podían ser peores que él, que por otra parte, siempre había sido un pan de Dios. [...] Sacó el revólver y disparó ciega, irreflexivamente, pero con buena puntería.

Los niños acudieron y observaron, curiosos. Cledy había caído, los pies bajo los muslos, cabellos extendidos, el brazo inútil contra el cuerpo, sin cambio, en una postura modesta, agradable.

-¡Se murió la estúpida! ¡Se murió la estúpida! -gritaron los niños, festejando alborozados".

El decreto gubernamental también proclamó: "la necesidad de garantizar a la familia argentina su derecho natural y sagrado a vivir de acuerdo con nuestras tradiciones y arraigadas costumbres". Afirmación que se ensambla con la aspiración de cristalizar las formas sociales poniéndolas fuera de cualquier transformación cultural. El derecho natural al que se alude es "superior a toda ley escrita", algo que ha de regir "sin consideración a época o país, prescindiendo de determinaciones temporables y espaciales". Eterno, inmutable, uniforme, el derecho natural queda "libre de toda variación que puedan provocar los hombres".

Pero más; los militares le confieren a ese atributo de la familia un carácter sagrado, con lo cual se lo remite al "Derecho considerado mandato divino, del que surge la figura de Dios legislador quien gobierna el mundo e inspira las normas humanas, ya que en él residen las leyes eternas".

Se elaboró así el eje Gambaro/afrenta a la moral y la familia/ apóstata/ paria social, legitimado por el gobierno, la escuela y una parte entusiasta de la sociedad.

Captar párvulos para la guerrilla

UN ELEFANTE OCUPA MUCHO ESPACIO de Elsa Borneman, recibió su anatema el 13 de octubre de 1977, por decreto 3155. Fue acusada de: "posición que agravia la moral y la familia", valores alrededor de los cuales gira la esencia de una mujer según esta filosofía, y contra los cuales atentaban estas escritoras; pero más: respecto de "Un elefante..." se resaltó que se trataba "de cuentos destinados al público infantil con una finalidad de adoctrinamiento preparatoria para la tarea de captación ideológica del accionar subversivo".

Metamorfoseada en una suerte de "desviada", de mujer que busca corromper a los niños con su obra, Elsa Bornemann se vio radiada a la periferia de aquella Argentina que en 1982 se proclamaría "reserva cultural y moral de Occidente" y que exigía a la familia como un dogma: "núcleo natural generador de vida, de carácter indisoluble, dada la decisión de constituirla asumida por los cónyuges ante Dios y la sociedad".

Fragmento de "EL AÑO VERDE" cuento del libro prohibido de Elsa Bornemann:

"Asomándose cada primero de enero desde la torre de su palacio, el poderoso rey saluda a su pueblo, reunido en la plaza mayor. Como desde la torre hasta la plaza median aproximadamente unos setecientos metros, el soberano no puede ver los pies descalzos de su gente. Tampoco le es posible oír sus quejas (y esto no sucede a causa de la distancia, sino, simplemente, porque es sordo...)

-¡Buen año nuevo! ¡Que el cielo los colme de bendiciones! -grita entusiasmado, y todas las cabezas se elevan hacia el inalcanzable azul salpicado de nubecitas, esperando inútilmente que caiga siquiera alguna de tales bendiciones.

-¡El año verde serán todos felices! ¡Se los prometo! -agrega el rey antes de desaparecer hasta el primero de enero siguiente.

-El año verde... -repiten por lo bajo los habitantes de ese pueblo antes de regresar hacia sus casa-. El año verde...

Pero cada año nuevo llega con el rojo de los fuegos artificiales disparados desde la torre del palacio...

con el azul de las telas que se bordan para renovar las tres mil coertinas de las ventanas del palacio...

con el blanco de los armiños que se crían para confeccionar las suntuosas capas del rey...

con el negro de los cueros que se curten para fabricar sus doscientos pares de zapatos...

con el amarillo de las espigas que los campesinos siembran para amasar -más tarde- panes que nunca comerán...

Cada año nuevo llega con los mismos colores de siempre. Pero ninguno es totalmente verde... Y los pies continúan descalzos... y el rey, sordo.

Hasta que, en la última semana de cierto diciembre, un muchacho toma una lata de pintura verde y una brocha. Primero pinta el frente de su casa, después sigue con la pared del vecino, estirando el color hasta que tiñe todas las paredes de su cuadra, y la vereda, y los cordones, y la zanja (...)

Y el pueblo entero, como si de pronto un fuerte viento lo empujara en apretada hojarasca, sale a pintar hasta el último rincón. Y en hojarasca verde se dirige luego a la plaza mayor, festejando la llegada del año verde. Y corren con sus brochas empapadas para pintar el palacio por fuera y por dentro. Y por dentro están los tambores de la guardia real, que por primera vez baten alegremente la llegada del año verde.

-Que llegó para quedarse! -gritan todos a coro mientras el rey escapa hacia un descolorido país lejano".

El 30 de agosto de 1980 se quemaron, en un solo día, un millón y medio de libros. Los había publicado el Centro Editor de América Latina, y se los secuestró de sus depósitos por "subversivos".

Héctor Gustavo de la Serna, juez federal de La Plata, ordenó a la policía provincial que les prendieran fuego en un baldío de Sarandí.

El juez Gustavo de la Serna, exigió que hubiera testigos de la editora, y, fueron llevados por la fuerza dos empleados, Ricardo Figueiras y Amanda Toubes.

El juez Héctor Gustavo de la Serna, dispuso también que se tomaran fotos de la destrucción de ese millón y medio de libros, las que fueron difundidas por el periódico Clarín en su edición del domingo 27 de agosto del 2000, veinte años después; veinte años es mucho tiempo. Se ve un camión volcador descargando montañas y montañas de libros, y, en otra toma, éstos ya son restos humeantes, carbonizados.

Al Centro Editor de América Latina, que había logrado lectores argentinos para escritores argentinos, con una circulación de cien mil ejemplares para algunas de sus colecciones periódicas, como "Capítulo", y "Los hombres de la historia", el mismo representante de la dictadura lo castigó clausurando en sus sótanos otro millón de ejemplares. La Editorial quebró.

Pero ¿cuántos libros se incineraron en el país? Nadie hizo el cálculo. Griselda Gambaro, Elsa Bornemann, Iverna Codina, Laura Devetach, Roma Mahieu marcharon a piras donde se incendió la sangre viva de su palabra. Algunos de los libros prohibidos sobrevivieron; reeditados después, están. Otros, inhallables, de contenido inconjeturable, asumen la categoría de verdaderos desaparecidos.

Fuente: Contratapa "Rosario/12",31/12/2007
www.pagina/12.com.ar